Han pasado casi diez años desde que Teresa y Carlos Mendoza decidieron emigrar de Colombia a los Estados Unidos.
Chicago fue su primer hogar. Llegaron en 2009 como residentes permanentes legales y se establecieron en la ciudad de Illinois porque Carlos tenía dos hermanas allí. Sin embargo, después de experimentar el crudo invierno de Chicago, decidieron buscar un ambiente más cálido y se mudaron a Carolina del Norte, donde vivían sus tres hermanas mayores de Carlos.
Para los Mendoza, la pregunta “¿Dónde está el hogar?” siempre se ha centrado en la familia. De hecho, la razón principal por la que se mudaron a los Estados Unidos fue para estar cerca a su hijo Diego, que llegó en 2006 y es ciudadano.
Durante los últimos ocho años, han llamado “casa” a Raleigh. Carlos trabajó como contratista independiente y Teresa trabajó en un hotel como ama de llaves. Recientemente, sin embargo, Carlos enfrentó un desafío en su vida. Le diagnosticaron una hernia, que lo dejó incapacitado para trabajar hasta que tuvo pasó por la cirugía y se recuperó. La pérdida de ingresos hizo que su esposa reflexionara sobre la calidad y la estabilidad de su propio empleo y decidió que necesitaba hacer algo para garantizar una buena vida para su familia.
Fue entonces que decidió solicitar la ciudadanía. “Estaba muy interesada en estudiar para el examen”, explicó Teresa. “También estaba muy nerviosa. Aproveché cada minuto que pude para estudiar”.
Durante dos años, estudió en cada momento que tenía disponible, incluso mientras cocinaba en su cocina.
Su primera solicitud fue rechazada porque no se había completado correctamente. Al parecer, la culpa era de un malentendido cultural y un comportamiento predatorio.
Teresa había acudido a un notario público para obtener ayuda. En muchos países europeos y latinoamericanos, como su Colombia natal, los “notarios” son abogados que realizan el papeleo legal.
Sin embargo, en los Estados Unidos, solo un abogado de inmigración o un representante acreditado del Departamento de Justicia (DOJ) puede completar oficialmente los trámites requeridos de inmigración. Y no es extraño que en los Estados Unidos algunos “notarios” confundan a los inmigrantes a propósito.
“Unos amigos me recomendaron que venga a Catholic Charities”, ella explicó. “ellos tuvieron un pariente que tuvo una buena experiencia”.
Teresa pasó un año trabajando con Luisa Martin-Price, especialista en inmigración acreditada por el DOJ en la oficina del Centro para Familias Hispanas de Catholic Charities. Durante ese año, ella y Martin-Price se reunieron tres veces para completar las etapas del papeleo requerido. Entre las reuniones, Teresa estudiaba y esperaba que cada paso fuese procesado para poder pasar al siguiente.
Después de dos años de revisar los materiales de la prueba y un año de trabajar en su solicitud, Teresa estaba lista para su entrevista.
Hoy ella suspira al recordar que llegó a la puerta equivocada y cuan ocupada que estaba. Teresa comenzó a responder correctamente las preguntas cívicas requeridas. Al final de la entrevista, la exigente naturaleza del proceso la atrapó.
“Me congelé cuando me preguntó mi nombre completo”, no podía decírselo”, recordó.
Ella tropezó un poco y proporcionó su nombre y apellido, pero no pudo decir su nombre completo tal como estaba escrito en la aplicación. Nerviosa y frustrada consigo misma, no pudo completar la entrevista y se fue a su casa con el corazón roto.
Teresa compartió su experiencia con Martin-Price, quien aceptó acompañarla a su segunda entrevista para ayudarla a relajarse.
Esta vez, Teresa llegó una hora antes para asegurarse de que estaba cómoda y se mantendría calmada. Durante esa hora, Martin-Price la ayudó a practicar para la entrevista. Cuando finalmente entraron juntos, Mendoza estaba mucho más tranquila. Ella pasó su examen de ciudadanía.
“Sentí que había estado llevando toda una carga de la que ahora estaba libre”, explicó ella.
Estaba agradecida de haber tenido la oportunidad de trabajar con Martin-Price, especialmente porque la acompañó a su segunda entrevista.
“El personal era agradable, los voluntarios eran amables. Todos fueron muy profesionales”, dijo Mendoza. “Recomendaría Catholic Charities, ya les he dicho a muchos amigos que vengan aquí en busca de ayuda”.
Desde que pasó el examen, Mendoza se ha enfocado en encontrar un trabajo, como cajera de una tienda de departamentos, que es menos exigente físicamente que trabajar en el servicio de limpieza del hotel. Y su esposo está empezando a revisar los materiales de estudio y también a considerar la ciudadanía.